La transición hacia una economía verde es posible invirtiendo el 2 % del PIB hasta 2050.

Vigo, 22 de febrero de 2011.

La transición hacia una economía verde sostenible en el tiempo y respetuosa con el medio ambiente es posible si se invierte anualmente de aquí al 2050 el 2 por ciento del PIB mundial en diez sectores claves, según establece un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).

El informe señala que si se invirtiera cada año el 2 % del PIB mundial, unos 1,3 billones de dólares, la economía mundial tendría tasas de crecimiento parecidas a las actuales, o incluso mayores, «pero sin agravar los riesgos, los choques, las penurias y las crisis cada vez más inherentes a la economía sucia existente, responsable del agotamiento de los recursos y del elevado nivel de emisiones de carbono».

Los diez sectores claves citados por el informe son: agricultura, construcción, energía, pesca, forestal, manufacturas, turismo, transporte, agua y gestión de los residuos.

Según el texto, una economía verde es pertinente no sólo para las economías más desarrolladas, sino que constituye igualmente un catalizador esencial de crecimiento y de erradicación de la pobreza en los países en desarrollo, donde cerca del 90 por ciento del PIB generado por las poblaciones más desfavorecidas depende de la naturaleza.

El informe critica especialmente los subsidios y la subvenciones «que a menudo perpetúan la utilización no duradera de los recursos», como es el caso de los combustibles fósiles, la agricultura, incluidos los pesticidas, o la pesca. Según los expertos que redactaron el informe, entre un 1 y un 2 por ciento del PIB mundial se invierte anualmente en subsidios. «La mayor parte de esos subsidios participan de la degradación del medio ambiente y de la ineficacia de la economía mundial. Su reducción o su desaparición progresiva presentaría múltiples ventajas y liberaría recursos para financiar la transición hacia una economía verde».

El texto señala que, por ejemplo, las subvenciones a la pesca representan unos 27.000 millones de dólares al año, mientras que los invertidos en combustibles fósiles exceden los 650.000 millones de dólares. «Si se invirtiera cerca de 1,25 por ciento del PIB mundial anual en la eficacia energética y en las energías renovables disminuiría la demanda mundial de energía primaria en un 9 por ciento en 2020 y cerca de un 40 por ciento en el 2050».

Con respecto a los empleos, el informe demuestra «que con el tiempo el número de nuevos y decentes empleos creados en los sectores que van desde las energías renovables a una agricultura duradera compensará la pérdida de aquellos generados por la economía sucia». No obstante, se asume que en algunos sectores, como en el de la pesca, «la transición hacia una economía verde comportará la pérdida de empleos y beneficios a corto y medio plazo para poder reponer lo expoliado».

El informe sugiere que la mayor parte del esfuerzo inversor debería costearlo la iniciativa privada, «ayudados por una contribución más modesta de dinero público». No obstante, el texto sugiere las «políticas públicas innovadoras» que se deberían implementar para establecer las condiciones favorables para la transmisión hacia una economía verde.

En entre ellas cita marcos reglamentarios que estimulen los sectores económicos verdes; una tasación que desplace los gastos de los consumidores y aliente la innovación; e inversiones públicas en el refuerzo de las capacidades y la formación.

El informe concluye que si se lograra dicha transición hacia una economía verde, se obtendrían ingresos por habitante mayores a los que darían los modelos económicos actuales y se reduciría la huella ecológica en más del 50 por ciento en el 2050. «Lo que está claro es que el mayor riesgo consistiría en mantener el ‘status quo».

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