Porriño, 15 de octubre de 2015
Guiyu, está considerada la «capital de los desechos electrónicos del mundo.» La ciudad emplea a más de 150.000 desensambladores de aparatos, recicladores y obreros de rescate de partes, que entre lágrimas provocadas por los gases tóxicos emitidos por dichos desechos, trabajan para recuperar los metales u otras partes de valor que pueden ser reutilizados o vendidos.
Esto está lejos de hacerse de una manera organizada; en lugar de tener ordenadores prolijamente apilados en unidades de almacenamiento en espera de ser reciclados, las carcasas de los equipos están esparcidas por las calles de la ciudad y las riberas del río.
Los trabajadores, los cuales por lo general se especializan en desmontar partes específicas, retiran las piezas de los distintos montones dispersos por todos los rincones de la ciudad y comienzan su ardua y peligrosa tarea a un costado de la calle.
China prohíbe oficialmente la importación de desechos electrónicos, pero es tan grande la afluencia de dinero que llega a las arcas de los gobiernos locales, que la codicia triunfa sobre todo lo demás.
Otro hecho que complica el asunto es la escasez de materias primas para las industrias de China, ya que las fábricas claman por los materiales recuperados de la compactación y pagan mucho dinero por ellos.
Además, no es tan fácil acabar con este negocio dado que toda la economía de Guiyu se centra alrededor de esta industria y representa el medio de vida de más de 150.000 personas. Y los pocos funcionarios chinos que reconocen este problema señalan apresuradamente hacia los países más industrializados, acusándoles de ser el origen del problema.
Greenpeace envió a sus técnicos a Guiyu para analizar muestras de tierra y de agua de la ciudad. Se encontraron más de 10 metales pesados ??y tóxicos como plomo, mercurio, estaño, aluminio y cadmio, en proporciones alarmantes.
Los residentes son sólo parcialmente conscientes de los efectos negativos que sus condiciones de trabajo tienen para su salud. Ellos entienden que el trabajo no es el ideal, pero los salarios son casi cinco veces más altos de lo que antes ganaban como agricultores y jornaleros. Una triste realidad de Guiyu es que el 88% de los trabajadores sufren de disfunciones neurológicas, afecciones respiratorias o alteraciones digestivas. Un número similar también padece de diversas enfermedades de la piel.
Fuente: Ecoticias