Los seres humanos consumen una Tierra y media, pero hay países como España que gastan mucho más. Son algunos de los datos que aporta Mathis Wackernagel (Suiza, 1962), uno de los fundadores del famoso concepto “huella ecológica”. Por este trabajo, que alerta sobre la sobreexplotación de los recursos naturales, Wackernagel ha recibido varios premios internacionales de prestigio. El más reciente es el “Zayed Prize for the Environment”, que acaba de recoger en Dubai (Emiratos Árabes Unidos, EAU), curiosamente, el país que en la actualidad registra la huella ecológica más alta del mundo.
Mathis Wackernagel (Suiza, 1962) es en la actualidad presidente de la Global Footprint Network, un “think tank” internacional sin ánimo de lucro centrado en el desarrollo y la promoción de indicadores de sostenibilidad con sede en Oakland (California), Bruselas (Bélgica) y Zurich (Suiza). Después de obtener un título en ingeniería mecánica en el Instituto Federal Suizo de Tecnología, completó su doctorado en planificación regional y comunitaria en la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá), en 1994. Allí creó, junto con el profesor William Rees, el concepto de huella ecológica.
Wackernagel dirigió después, desde 1995 a 2001, el Centro de Estudios de Sostenibilidad en México y, desde 1999 hasta 2003, el Programa de Sostenibilidad de la organización Redefining Progress, en Oakland. En 2004 fue también profesor adjunto de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.), en 2010 se le nombró Profesor Visitante en la Universidad de Cornell (EE.UU.) y en 2007, doctor honoris causa por la Universidad de Berna (Suiza).
Por su trabajo ha recibido diversos premios: en 2005 el “Herman Daly” Premio de la Sociedad de EE.UU. para la Economía Ecológica, en 2006 el Premio Internacional de la organización WWF al Mérito en Conservación, en 2007, junto con Susan Burns, el Premio Skoll al espíritu empresarial social de la Fundación Skoll, y en 2008, como parte de Global Footprint Network, el Premio Internacional de la Fundación Calouste Gulbenkian, dedicado al respeto de la diversidad biológica y la defensa del medio ambiente en la relación del hombre con la naturaleza.
Según él mismo, las consecuencias son la deforestación, la sobreexplotación de los suelos y el agua, las emisiones cada vez mayores de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, etc. En la actualidad, el país con la mayor huella ecológica por persona son los Emiratos Árabes Unidos, con 10,7 hectáreas. Pero también hay otros países con una huella muy elevada, como Qatar, con 10,5, Dinamarca, con 8,3, Estados Unidos y Bélgica, con 8, etc.Aquí en España, asciende a 5,4 hectáreas de uso por persona y la biocapacidad, a 1,6. De esto se puede calcular que se necesitan unas tres Españas y media para mantener el país. Junto con Grecia, Italia y Portugal, formamos un grupo de países con una tendencia de consumo de recursos muy rápida en los últimos quince o veinte años. En los años sesenta se podía crecer porque parecía que había muchos recursos, pero ahora son cada vez más escasos y caros. En Italia ya se ve que el poder adquisitivo por persona es cada vez menor.
Pero a qué debemos esa huella tan elevada. Pues al simple hecho de que somos países que compran productos que requieren muchos recursos. Algunos poseen petróleo muy barato y lo consumen en grandes cantidades. En Dubai, el verano es insoportable y tienen que gastar muchos recursos en climatización. Además, ha crecido de forma muy rápida y su eficiencia energética es baja consiguiendo tener doble un problema. Por una parte, cuesta mucho mantenerla y la energía es cada vez más cara. Por otra, cuando el precio de la energía sube, el valor de las infraestructuras que han construido baja. Pagan más por los recursos y pierden valor.
Hay datos que llaman la atención cuando se analiza la huella de los países. Costa Rica tiene fama de ser ecológica, y es verdad, hace muchos esfuerzos de conservación. Pero no son suficientes, porque su déficit ecológico es cada vez mayor. Entre las razones principales figura su crecimiento demográfico bastante importante.
Se deben tomar medidas para no seguir en deuda con el planeta. Según el propio Mathis Wackernagel “los países tienen que empezar a mirar por su propio interés, no como ahora. Es como si tuviéramos un buque con una fuga y, en vez de repararlo, nos fijáramos en si los otros buques se reparan o no. Esto es absurdo. Los países tienen que reconocer que es vital empezar a arreglar las cosas. Si en la actualidad los países gastan más de lo que ganan, la solución pasa por gastar menos. El problema es que los países no toman conciencia de que el éxito económico viene por ahí”.
También aseguró que era tan posible como necesario vivir bien sin gastar tanto. “Hay muchas opciones y no hay que esperar a que el buque se hunda. La ciudad italiana de Siena utiliza cuatro veces menos recursos por persona que Houston (EE.UU.). Está pensada para andar y la entrada de coches está prohibida, salvo para sus residentes, la comida es más local y su calidad de vida es mejor. Por lo menos a mí, me gustaría más vivir en Siena que en Houston”.
Pese a todo, se muestra optimista respecto a la posibilidad de cambiar para mejorar, destacando el papel de los consumidores. “Los consumidores pueden hacer muchas cosas y, en especial, en las grandes decisiones que afectan a nuestras vidas, como cuando compramos un coche o una casa. Si hacemos una decisión acertada, ganará además valor. La idea sería vivir en una casa que nos evite lo máximo posible el uso del coche y que sea muy eficiente para consumir menos recursos. Otra cuestión importante es el tamaño de la familia, si tenemos muchos hijos gastarán más recursos.
Por último, explicó el sistema empleado para calcular la huella ecológica. “La idea básica es similar a cómo un campesino piensa en la extensión de su finca y su productividad. En Texas miden la superficie de un terreno en función del número de vacas que puede mantener. En nuestro caso, medimos el uso por persona de ecosistemas ecológicamente productivos, incluidas las zonas pesqueras, de promedio en el mundo. Se tiene en cuenta el uso de los recursos de un país en su propio territorio y en el de otros. En Suiza no cultivamos naranjas, pero tomamos zumo que puede provenir de España”. La idea básica no ha cambiado, pero sí cómo lo calculamos. La metodología es cada vez más refinada. Desde 1997 analizamos la huella por países de forma mucho más sistemática y desde 2004 podemos calcular la evolución de la huella de cada país desde 1961 hasta la actualidad.
Fuentes: